Los sindicatos son parte esencial de las sociedades
contemporáneas y en España contribuyeron de forma decisiva a la implantación de
la democracia.

El régimen franquista prohibió la libertad sindical y
reprimió con fuerza al movimiento obrero, creando un sindicato sumiso al
estado. Mientras tanto, desde las organizaciones tradicionales, como la Unión
General de Trabajadores, y las surgidas al calor de la formación de la “nueva
clase obrera”, como Comisiones Obreras, se fue tejiendo un movimiento de
resistencia que se convirtió en el principal enemigo de la dictadura desde los
años sesenta. Sin duda, el movimiento sindical fue el mayor y más efectivo
protagonista de la oposición. Con el inicio de la transición, los sindicatos
lideraron la “presión desde abajo” y sus posiciones nítidamente democráticas
contribuyeron al éxito de la transición y la consolidación de la democracia. Su
apuesta por el Estado del Bienestar y por una política de concertación y
colaboración en el establecimiento de las relaciones laborales, fueron
aportaciones de indudable valor en un contexto de cambios negativos del sistema
económico.